Antrópico se refiere a que estas causas tiene su origen en la actividad humana. Son ocasionadas por nuestra intervención, y por lo tanto, también nos corresponde su regulación.
El carbón, petróleo y el gas natural son combustibles de origen fósil. Es decir, tardan millones de años en crearse, y su uso libera grandes cantidades de óxido nitroso y CO2, ambos gases de tipo invernadero.
Adicional a su participación en el incremento de la temperatura de la Tierra, son recursos no renovables y contribuyen a las afectaciones de salud por contaminación.
Los árboles absorben dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera y de esta manera permiten regular el clima. Si se talan, ese efecto positivo no se cumple, y el carbono almacenado en los árboles se libera en la atmósfera y aumenta el efecto invernadero.
La tala excesiva resulta en la liberación excesiva de CO2 a la atmósfera, incrementando el efecto invernadero.
Si bien ambas prácticas son necesarias para la generación de alimentos, las prácticas irresponsables de ganadería y agricultura contribuyen al cambio climático.
Tan sólo las vacas y ovejas son responsables de una gran cantidad de metano (otro gas de tipo invernadero).
En la agricultura, el uso de fertilizantes con nitrógeno ocasiona la liberación de óxido nitroso a la atmósfera.
Fuentes